Así aumenta el tono de los músculos (especialmente del trapecio, situado en la espalda entre la base del cráneo y los omóplatos) y estos se comprimen, dificultando la irrigación sanguínea de la zona. De ahí los clásicos "nudos" o apelotonamientos de masa muscular, con un dolor que puede llegar a ser muy intenso. El dolor, el malhumor y la tensión se retroalimentan en un círculo vicioso, que si persiste puede causar malformaciones de las vértebras cervicales (las del cuello), sometidas a una presión constante para la que no están preparadas.
Riesgos no menores
Si bien las contracturas en sí no se consideran una lesión grave, está comprobado que además de lo molestas que son o pueden ser la puerta de entrada para males mayores. Entre los síntomas de las contracturas cervicales prolongadas, además del fuerte dolor de la parte alta de la espalda y el cuello, puede aparece una fuerte cefalea, adormecimiento de las extremidades, mareos y visión borrosa, además de sensaciones de vértigo, de fatiga o de hundimiento de los ojos.
Pero además la contractura de grupos musculares espinales trae aparejada con el tiempo la rectificación de la curva que, vista de perfil, posee naturalmente la columna vertebral, y que en el tramo del cuello se llama lordosis cervical: "Esto a veces se ve en una simple radiografía, sin necesidad de estudios especiales: la columna queda rectificada".El peligro es que "personas que a los 20 años empiezan con este tipo de complicación terminan a los 40 con problemas de tipo espóndilo-artrósicos": las vértebras (espóndilos) comienzan a sufrir un proceso degenerativo irreversible.
Dado que para que aparezca se necesitan de muchos años de tensión desatendida sobre las cervicales, es previsible que los casos de enfermedad espóndilo-artrósica, algo bastante más grave que la rectificación, tiendan a aumentar en las próximas décadas como secuela del advenimiento de la era informática.