Articulaciones


Las articulaciones permiten que nuestro cuerpo se mueva de muchas maneras. Algunas articulaciones se abren y se cierran como una bisagra (es el caso de las rodillas y los brazos), mientras que otras nos permiten realizar movimientos más complejos: el hombro o la articulación de la cadera, por ejemplo, nos permiten realizar movimientos hacia adelante, hacia atrás, laterales y giratorios.


Las articulaciones se clasifican de acuerdo con su gama de movimientos. Las articulaciones inmóviles o fibrosas no tienen movimiento. La bóveda del cráneo, por ejemplo, está formada por placas de hueso que deben permanecer inmóviles para proteger el cerebro. Entre los bordes de estas placas, hay uniones o articulaciones de tejido fibroso. Las articulaciones fibrosas también mantienen los dientes fijos en la mandíbula.
Las articulaciones semimóviles o cartilaginosas presentan poco movimiento. Están unidas por cartílago, como en la columna. Cada una de las vértebras de la columna se mueve en relación con la de arriba y la de abajo; juntos, estos movimientos le otorgan flexibilidad a la columna.
Las articulaciones móviles o sinoviales se mueven en muchas direcciones. Las principales articulaciones del cuerpo (ubicadas en la cadera, los hombros, los codos, las rodillas, las muñecas y los tobillos) son totalmente móviles.


Contienen de un líquido sinovial, que actúa como lubricante para ayudar a que las articulaciones se muevan con facilidad. Existen tres tipos de articulaciones móviles que desempeñan un papel importante en el movimiento voluntario:

•Las articulaciones de bisagra permiten el movimiento en una dirección, como en las rodillas y los codos.
•Las articulaciones pivotantes permiten el movimiento giratorio, como el de la cabeza al girar de un lado a otro.
•Las articulaciones esféricas son las que permiten la mayor libertad de movimiento. Las caderas y los hombros tienen este tipo de articulación, en la que el extremo redondo de un hueso largo encaja en el hueco de otro hueso.