Patologías Deportivas


Analizar el mecanismo de producción de los accidentes durante la práctica del deporte es un problema digno de estudio, dado que hoy el hombre de la calle se incorporó a los deportes masivos, no hay diferencia entre los entrenamientos y competencias de aficionados o profesionales.
Desde el punto de vista deportológico, su importancia está basada en conocer con mayor precisión las causas actuantes y los mecanismos de cada uno de los accidentes.
El problema alcanza repercusión social dada la extraordinaria difusión alcanzada por la actividad deportiva en la comunidad, interesando a personas de todas las edades, cualquiera sea la posición social o económicas en que se encuentre.
Durante la práctica de un deporte y sobre todo en torneos, la velocidad y violencia con que se realiza se descontrola y es obligación de los estudiosos en el tema, crear normas de prevención apropiadas para cada deporte.
Se producen accidentes debido a fallas del factor humano, al mal estado de los útiles o herramientas utilizados así como también a deficiencias en los lugares donde se efectúan las prácticas o las carencias de técnica e insuficiencia en el entrenamiento, son causa de lesión. Se debe tener especial cuidado en la indisciplina de los espectadores, ya que con su imprudencia son gestores de una gran cuota de siniestros.
De alguna manera, debemos realizar una diferenciación de los traumatismos entre los deportes en grupo y los individuales; en los primeros es lógico pensar que con mayor frecuencia se producen choques globales que no pueden ser controlados como ocurre en el rugby, football, hockey, pato, basquet, polo, etc, en el segundo grupo o sea los deportes individuales, el gimnasta es productor de sus accidentes ya sea por mala técnica en la ejecución o por falta de cuidado hacia el contrincante.



En los deportes en que realmente se combate como el caso del box, yudo, karate, etc, los accidentes son frecuentes y la diferencia oscila en la habilidad, inteligencia y técnica con que se logre el triunfo y en estas prácticas se logra con la mayor continuidad de golpes, con la máxima violencia, en las regiones más sensibles del contrincante; en estas competencias nadie se libra de ser golpeado, sufriendo muchas veces serias lesiones. Sin embargo nuestra orientación estaría dirigida al planeamiento crítico de la preparación del atleta.
La falta de experiencia influye en la gravedad del accidente. El entrenamiento permite coordinar los reflejos y disponer del aire suficiente mientras se corre, de esta manera los choques y caídas resultan menos traumáticos. En otro orden de causas, no podemos menospreciar el valor del clásico precalentamiento ya que es imposible pasar bruscamente del reposo al esfuerzo intenso.
Un músculo, para rendir sin lesionarse, necesita diez veces más sangre que en reposo y este aporte solo se logra con un buen entrenamiento previo. La función respiratoria y circulatoria, deben aumentar su ritmo para adaptarse a las necesidades del músculo en acción.
Una técnica depurada y las ganas de competir sanamente evitan accidentes. Por eso el hombre actual impone nuevas reglas para un deporte sin traumas, buscando la camaradería, el esparcimiento y la salud.
Los profesores de educación física, médicos deportólogos, entrenadores, dirigentes, periodistas y hasta los mismos deportistas deben aunar esfuerzos para que se cumplan los preceptos higiénicos reglamentarios, cuya violación termina siempre en un accidente.